El destino: cualquier tiempo pasado fue peor
Y mis padres buscaron al reputado psiquiatra o mejor dicho grupo de especialistas que mejor tratamiento daban a estos males. Es decir, en lo privado en aquellos tiempos, y según lo "que le dijeron".
Cada consulta y la estancia en hospital la costeaba la universidad al principio pero en los casi diez años posteriores, lo pagaban mis padres. Esto lo digo a propósito de vivir de la enfermedad, antes mencionado.
Y esto era porque a finales de los ochenta, principios de los noventa la psiquiatría no era buscar bienestar del enfermo, era parar los síntomas y dejarlo aparcado de la realidad, es lo que yo conocí.
Decía que ya no le guardo rencor porque cuando me enteré de su muerte, estando en una de mis crisis (buscaba su nombre por internet, encontrando la noticia por buscar un porqué) seguí necesitando contarlo a mi terapeuta, este me dijo algo que me dejó en paz:-ya no te puede hacer daño-. Era el recuerdo lo que me hacia sentir rencor, y había que reconducirlo y seguir.
Todavía queda mucho por hacer, y a veces las formas no son las mejores. Al final, se gestiona con lo que hay, pero creo que la sociedad debería enfocarse más en una integración real, trabajando directamente con las personas que lo viven en la gestión de su tratamiento.
Puede que haya personas que quieran permanecer aparcadas y también es legítimo.
No se trata de discursos paternalistas ni de salvar a nadie, sino de ser realistas y construir juntos soluciones que de verdad funcionen.
Y empezar ya, creyendo en la persona, con sus limitaciones o sin ellas. Pero, por favor, no con soluciones generales ni con “aspirinas para todos”. Cada uno necesita algo diferente, y eso requiere escuchar y -atender de verdad- a cada persona.
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